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Mitos sobre sexo: virginidad, deseo y tamaño

La sexóloga Manuela Bravo desmiente los mitos más comunes

En la televisión, en las redes sociales y en conversaciones cotidianas, los mitos sobre sexualidad circulan con normalidad.

Sin embargo, cuando se los analiza con información basada en evidencia y una mirada integral, muchas de estas creencias se caen.

La Educación Sexual Integral (ESI) cumple un rol importante en este proceso, no solo da herramientas para comprender la sexualidad de manera amplia y respetuosa, sino que también ayuda a cuestionar discursos y a construir vínculos más sanos.

Hablamos con la sexóloga Manuela Bravo para saber si algunos de los mitos más comunes en torno al sexo y la sexualidad son reales o no. Y repasamos por qué es importante desmentirlos.

Mito 1: La virginidad es un concepto médico

"Desde la medicina no existe un diagnóstico de virginidad", aclara la especialista. Esto significa que la virginidad no es un estado físico que pueda comprobarse clínicamente. Se trata, en realidad, de una construcción social y cultural.

“No hay un criterio médico que permita afirmar si una persona es virgen o no. Es una idea construida, no una realidad biológica”, subraya.

Mito 2: Los hombres siempre están preparados para tener relaciones sexuales

Otra creencia común es que los varones tienen, por naturaleza, un deseo sexual constante y disponible. Pero esto también forma parte de un mandato social.

“A veces los varones sienten que deben responder de una manera que no necesariamente coincide con lo que sienten. Esa presión también es una forma de violencia”, sostiene la sexóloga.

Mito 3: El tamaño del pene determina la satisfacción sexual

Este es uno de los mitos más instalados pero la realidad es mucho más compleja.

Bravo explica de forma clara:

“El placer tiene que ver con la comunicación, con el deseo compartido, con el consentimiento y el respeto”.

En definitiva, la satisfacción sexual no depende de una característica física específica, sino del vínculo, el conocimiento del propio cuerpo y el de la otra persona, y de una comunicación honesta.

¿Cuál es el rol de la ESI?

“La Educación Sexual Integral no impone ni reemplaza valores familiares, habilita, acompaña e informa”, destaca la sexóloga.

La ESI permite hablar de sexualidad de forma responsable y respetuosa, contemplando aspectos biológicos, psicológicos, afectivos y sociales.

Cuestionar estos mitos no solo mejora la calidad de vida individual sino también las relaciones interpersonales.

Porque hablar de sexualidad con información y sin prejuicios es también una forma de construir una sociedad más justa, libre e igualitaria.